Más que una novela como tal, Virginia Casta es una divertida comedia romántica en torno a las peripecias amorosas de una muchacha caleña que bordea los 30 años, cuando se supone debe encontrar al “hombre de su vida”. Y probablemente lo encuentra. Solo que, sin duda, se trata del hombre equivocado... Como en la vida real, en las parejas de esta historia también hay uno que ama más que el otro, o uno que ama y otro que no. Desequilibrio –disfuncionalidad, dirían otros- que conlleva situaciones descaradas de aprovechamiento que solo unos ojos vendados por la ilusión de la protagonista, o el humor de la autora, logran explicar. En estos ires y venires amorosos de Virginia entran en juego también sus dos mejores amigas, cada una más exótica que la otra, pero al cabo tan graciosas como ella. Martín, amor de mis delicias, fuego de mis entrañas. Mi tentación, mi suelo. Invitado honorario de mi siesta, dueño absoluto de mis deseos. Te conocí una noche sedienta de tequila, apreté mis ojos para enfocarte, te vi, te miré, nos besamos. Esto es lo que Virginia Casta piensa de Martín Chivarria, ese hombre al que no ha visto más que un par de veces en su vida, pero del cual ya está completamente enamorada... El empujón final se lo había dado su abuela, quien de fin de año le leyó el tarot, asegurándole que ese año se casaba. ero,P el asunto no era cuándo sino con quién... Obra ingeniosa que, desde una óptica femenina, mezcla amor y humor en situaciones absurdas e insospechadas. Aunque sin pretenciones autobiográficas, lo que aquí se desarrolla tiene mucho que ver con el mundo de la autora. Tal vez por eso nos suena real y factible. Tal vez por eso también no la podemos soltar una vez que empezamos a leerla.