Comenzada en los años treinta, esta segunda novela de Eduardo Zalamea Borda 'destinada en principio a hacer parte de una trilogía' se consideró perdida por muchos años. En realidad, con excepción de un par de capítulos aparecidos en Revista de Indias y Pan, poco faltó para que el manuscrito original desapareciera del todo en el incendio provocado a El Espectador en 1952. Pero, aunque con heridas graves, el legajo en buena parte se salvó. Su autor, que se negó a reconstruirlo, lo entregó al pintor Alejandro Obregón, quien, antes de morir, lo puso en manos de Juan Gustavo Cobo, con la seguridad de que el poeta le hallaría un destino viable. Y así fue. Benjamín Villegas acogió con entusiasmo el proyecto de publicar la obra, y hoy, pocos meses después, la entrega a los lectores. Esta es en breve, la maravillosa historia de Cuarta Batería. Aunque con algunos trozos irremediablemente perdidos, la obra permite apreciar el rompimiento con los moldes de la narrativa colombiana, en un grado hasta ese entonces desconocido. Además de un acendrado talento literario, que salió a flote en su novela inicial, Cuatro años a bordo de mí mismo, Zalamea Borda ostenta el mérito indisputable de haber sido el primero en reconocer e impulsar el potencial literario de escritores como García Márquez, Mejía Vallejo o Álvaro Mutis. Por muchos años se pensó que el manuscrito original de Cuarta Batería, la segunda novela de Eduardo Zalamea Borda, había desaparecido en el incendio de El Espectador de 1952. Hoy como el ave Fénix, renace para ocupar el puesto que le corresponde en el panorama de la literatura colombiana, narrando la historia rural y citadina a través de los ojos de un niño de catorce años en los turbulentos años veinte. —Redacción en Revista Aces Enero 14 de 2002 Éste no es sólo un texto de gran valor histórico para la literatura colombiana, recuperado de las cenizas de El espectador en 1952, se trata también de la segunda novela del escritor que cambió, en parte, la conciencia literaria colombiana a mitad del siglo. Si bien es cierto que algunas de las páginas del manuscrito original se vieron perjudicadas hasta el punto de evitar la lectura completa de la historia, esto no impide que se sienta curiosidad de principio a fin por las aventuras de un joven que termina en la milicia ante la imposibilidad de sus padres de tolerar su comportamiento. Es así como tiene que madurar al mismo tiempo que la Colombia en la que vive, un territorio en el que el ejército al que el pertenece comete los más graves atropellos. —Redacción en Agenda Universidad Jorge Tadeo Lozano Febrero 20 de 2002