A diferencia de la arquitectura, la escultura o la pintura, el arte de la jardinería produce obras que crecen, florecen, se transforman y desaparecen. Por esta razón el jardín es considerado como la máxima obra de arte producida por el hombre. Y como tal lo han tenido todas las culturas y civilizaciones. Este libro está dedicado a los jardines de Colombia, un país con tal variedad de climas contrastantes que la diversidad de su flora parecería ser infinita. Las numerosas, aunque no exhaustivas, imágenes de este libro captan el maravilloso eclecticismo que se da en la configuración de los jardines colombianos, sean éstos los del gran parque exuberante o los del diminuto nicho florecido en algún rincón de su geografía. Y es que si algún denominador común tiene el mosaico social de este país suramericano, ese es el amor por las plantas. Por ello cada jardín colombiano, como ha sido señalado, es un laboratorio de estética y de horticultura, donde cada plantita allí sembrada recibe el cuidado de una costosa variedad exótica.