Es una novela inaugural, no sólo porque es la primera novela de un joven autor, Francisco José Restrepo, sino porque aborda una temática que abarca la situación de la juventud actual en forma profunda y vivencial. Refiere los conflictos recurrentes de la juventud, pero con la óptica de una sociedad superficial cuyos ideales distan mucho de ser los que animaron y conformaron la sociedad en décadas anteriores, marcada por los ideales colectivos. Y esa diferencia entre generaciones, entre padres e hijos, entre clases sociales, produce una forma de ver el mundo y de asumir la vida que no había sido escrita, por lo menos no en la forma vertiginosa y atrevida como lo hace Francisco José Restrepo. Dios en su novela no es el mismo de los seres humanos, por ejemplo. A este lo escribe con minúscula. Su verdadero Dios es con mayúscula y es una mujer, la del protagonista, y al mismo tiempo narrador, testigo de su generación y de su tiempo. Es una novela de largo aliento, que demuestra en su autor un gran conocimiento de su época y de su generación. Sorprende, además, que un joven narrador logre mantener el interés, el tono y el ritmo de la narración en más de cuatrocientas páginas. Eso, desde ya, demuestra su oficio de escritor y le augura en la literatura una destacada posición.