La Sociedad Hermanos de la Caridad, fundada en 1867, tuvo entre sus beneméritos propósitos ciudadanos darle a Barranquilla un hospital, una iglesia—del Rosario— y un Cementerio Universal que acogiera en sus ámbitos a personas sin distingos de etnia, ideología, política, actitud filosófica, condición de ateos y suicidas morando entre el cantío de pájaros bajo las sombras de los árboles en la paz del oriente eterno. Así ha sucedido en el largo transcurrir histórico de este cementerio desde el 9 de abril de 1872 cuando se abren sus tres puertas —católica, judía y protestante— al servicio de la ciudad y se convierte en el marco de una modernidad en los rituales de la funebría en una opción monumental arquitectónica que expone, desde mausoleos, esculturas, lápidas, mitos y obituarios en condensador documento de buena parte de la historia local, regional y nacional.