El Instalador fue escrito en el año 2002 durante quince días en que los miembros del colectivo Las Filigranas de Perder no soltaron el teclado, la botella y el cigarro. La llevaron en el último minuto hasta las oficinas del Premio de Novela de Bogotá y, lo mejor de todo, se lo ganaron. Pero el destino les jugó un mal chiste: los jueces argumentaron que solo merecían una mención honorífica, pues el reglamento no estipulaba que la creación colectiva fuera válida para el concurso. Fue así que El Instalador, en vez de ser publicado, impulsó el ánimo de Las Filigranas de Perder y los llevó a realizar talleres de creación colectiva, publicaciones como Simbiosis Virginal y una trilogía que junto a El Instalador, completan su gran aporte a la literatura. El Instalador es un libro sobre un asesino que destila sofisticación y estética
profunda en cada uno de sus trabajos, un criminal artista que ve su trabajo de creación estropeado por la intervención de Roberto Ledezma, un periodista borracho y oportunista que busca en las sobras del mundo su porvenir, conocido reportero deportivo que redacta con estilo pomposo las noticias y amigo de un hacker mal habido llamado Victor, el cual va buscando en la vida de los otros algo que lo deje surgir como individuo. Tres historias amarradas con sangre,
tiempo e intensidad, instaladas en el acontecer de una Bogotá de los años noventa acribillada por crímenes hermosos que dejarán al lector con la sensación de estar
frente a una obra de arte.