La máquina no devuelve es una novela que tiene el ritmo de la ciudad impregnado en sus páginas. El bus recorre las calles y las almas de los pasajeros se recogen en ese espacio íntimo y lleno de susurros y conversaciones entrecortadas. El vendedor ambulante ofrece estampas, estilógrafos mágicos, bocadillos, chicles y otros artículos para los ánimos caídos de ciudadanos anónimos. En medio de este barullo ensordecedor que a todos nos aturde, aparece Darío y su familia envuelta en las calamidades de la enfermedad y el dolor; entre médicos y exámenes, y libros y autores que acompañan y atormentan. El pulso del día a día, de las horas estancadas que se viven en la ciudad, entre la desesperanza y el humor, entre el horror y la belleza, que humilde y breve aparece de tanto en tanto. Rubén Vélez, que dice ser ex poeta y ex abogado, se convierte en ex celente narrador en esta obra que lleva el pálpito de la ciudad y de nuestras almas ente sus bellas y conmovedoras palabras.