En la privacidad de su estudio, Elías pasa buena parte de la noche escribiendo un diario y tomando aguardiente. Frente a una ventana, que le permite contemplar la vida de afuera, se sumerge en su interior, donde abundan persistentes recuerdos, no siempre gratos. Pese a haber alcanzado la tan anhelada edad de la jubilación, Elías se siente perdido bajo las coordenadas de una sociedad en la que no termina de acomodarse. Plasmando en el diario cuanto pasa por su cabeza, intenta aclarar sus ideas y, en el mejor de los casos, seguir sin tropiezos adelante. Con lo que no contaba era con las novedades que estaban por venir, tanto en su mundo cercano como entre las líneas que dan cuenta de sus más profundas impresiones y adversidades. El único lector es una novela de fácil lectura en la que nos deslizamos al ritmo de sus frases, al mismo tiempo que, en ocasiones, nos incitan a detenernos a repensar en su contenido.