Estas historias son el registro de una vida intensa, que a pesar de sus rudezas y opacidades es reivindicada desde el gozo de la contemplación, desde la música de la soledad, y desde el humor. Relatos como relámpagos que proyectan breves instantes de luz sobre el panorama de una vida, y nos muestran al azar, el dolor y la belleza de que fue testigo su creador. Son también una suerte de confesión. Están urdidos como un juego de realidad y ficción. Un juego de nombres cambiados. Plantean historias en las que es evidente que el escritor está inmerso y de las que trata de salvarse, como de un sueño inquietante, con la imaginación y con la fantasía. Son narraciones en las que el autor deja leves evidencias, pequeños testimonios, pruebas de la causa de su vida. Y tienen algo que no es frecuente: el lector saldrá de ellas conmovido.