Esa mañana -ella que siempre conversa por la mañana- nos contó de Olga, su hermana de tres años, con la que siguió jugando hasta que murió. nos contó de la palidez de su piel, a causa de la enfermedad que contrajo, y de sus ganas eternas de girar. creemos que en su recuerdo sigue girando como en 1953. a partir de esa historia, surgió la pregunta por Olga y por otros niños difuntos que la acompañaron ese año a adaptarse a la muerte. a través de partidas de defunción, comenzamos a conocerlos, a entender su partida. resonaron en nosotros sus nombres, y volvimos a pensar en ellos y tratamos de encontrar su voz, de escribir su voz, de dibujarla, de acompañarla. la vida es un rasgo de tela nació, entonces, de la empatía con una historia, eso es lo que identifica nuestro trabajo editorial. a través de los textos y dibujos, del diseño, los materiales; intentamos hacer significativas para los demás, experiencias que lo fueron para nosotros.