Son muchas las razones por las cuales esta obra puede ser definida como sorprendente: la primera es que se trata de una novela histórica, que reconstruye con rigor y minucia los hechos que narra, ocurridos en el siglo XVI, cuando en el siglo XIX los recursos para investigar eran limitados; la segunda es que en sus pocas páginas establece un ritmo ágil que atrapa al lector; la tercera razón es que la estructura está muy bien armada y se mezclan con facilidad el lenguaje histórico con el coloquial e incluso humorístico. Sorprende, por último, que tanto Juana la bruja como José Caicedo Rojas hayan sido relegados al olvido. Aunque, la verdad, son muchos los escritores que han pasado por estas tierras colombianas que han sido olvidados. Pero a cada cual sus merecimientos, y al bogotano nacido en 1816 es menester recuperarlo.