La crueldad, las perversiones, la irresponsabilidad, la sofisticación de ciertos artilugios o actitudes de horror, el estado de deterioro que conduce a la violencia, o la violencia que obviamente produce deterioro, son asumidas por Rodríguez a veces como un mensaje desafortunado del que debe estár enterado el lector, si quiere obtener una lucidez acaso diagnóstica, y a veces también como un pretexto para incursionar en otros territorios: el de las capacidades del lenguaje para producir ciertos efectos desde usos estéticos concretos, como el (neo) barroquismo descriptivo, y el de la fusión de géneros, consistente en su caso en la mezcla lograda y eficiente (nunca cargada o esnobista, y sí muy fresca y ambiciosa) del guionismo cinematográfico con la narración literaria más o menos tradicional.