Después de ocho años de haber escrito su primer libro de cuentos, en esta segunda entrega, Vanegas despliega una prosa mucho más elaborada y fluida, que aunque no carece de complejidad, conserva la ligereza de todos sus escritos y, en especial, la cercanía con el lector. Claro, las imágenes gráficas, como siempre, pero ahora, como nunca, estarán a la orden del día.