Como muy bien lo expresa Carmiña Navia Velasco, a través de este libro: Instantes en fuga, su alma inquieta, en desasosiego, ha buscado aquí y allá, en uno y otro rincón del Universo. Para ella: El silencio de Dios cayó en la noche, / sobre mi corazón atormentado... Así anhela un lugar, poema, rostro, que dentro de ella y en su interior, le ofrezca ese puerto a salvo de la nada, que la lleve hacia esa vida indestructible, en la claridad de un camino, de una palabra que se le entrega en revelación. Esta luz que surge de su espíritu la hace portadora, como lo expresa María Zambrano, de un secreto: El secreto del Dios desconocido, y por obra y gracia de ese Jesús, el sabio galileo, que ahora la habita, y que ella, estremecida, lo manifiesta: En mitad de mi carne, / en mi entraña de adulta, / en cuerpo de mujer / palpitas junto a mí, / me habitas, / me posees... Nuestra poeta renace en el delirio de esta voz profunda, en su profética palabra, encarnada en su cuerpo de mujer, la cual transforma en tiempo - eternidad, para mujeres y hombres