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El fogón de D'artagnan. Con recetas propias y de amigos confiables

Pocas personas tan adictas a la buena mesa y realmente tan 'gocetas' de la comida, como Roberto Posada García-Peña, más conocido como D’Artagnan, el seudónimo que usa en su popular columna del diario El Tiempo de Bogotá. Este delicioso libro, en todo el sentido de la palabra, reúne aquellas columnas del periodista en las que habla con pasión e ingenio sobre las bebidas, platos, preparaciones o ingredientes que ama o detesta, y en las que además nos obsequia con la receta respectiva. Endemoniadamente curioso y goloso ('Hace unos meses tuve oportunidad de ponerme una cita con el diabló, dice para comentar su recorrido por algunos viñedos chilenos), D’Artagnan logra entusiasmarnos y arrastranos con él en esta divertida incursión gastronómica. Se trata de una deliciosa recopilación de sus columnas gastronómicas publicadas desde 1997, intercaladas con 'recetas propias y de amigos confiables', entre las que sobresalen las del sancocho de sábalo, la pasta con machas y caviar, las patatas con bacalao y el ossobuco con champiñones. Además, cuanta con comentarios de Daniel Samper, como entrada, y del crítico gastronómico Kendon MacDonald? Smith, como postre. El lector encontrará, por ejemplo, una disertación sobre los famosos callos a la madrileña, manjar de gustos o antipatías, 'muy populares en Colombia-dice el autor-, quizá por tener un parentesco cercano con nuestro muy típico mondongo'. Y claro, termina la nota con la receta clásica, que incluye callos, morro y mano de vaca, vino blanco, jamón serrano y chorizo español. Pasan por el trinche del comentarista las bíblicas lentejas, el chunchullo (eslogan proselitista propuesto por D´artgnan: 'Contra el chanchullo, chunchullo'), la sopa de Mafalda, la mogolla, la morcilla y hasta el agua, líquido vital que en Europa se cotiza astronómicamente de la mano de marcas de Evian y Perrier. Como era de esperarse en esta pluma que pasa sin pudor de la aguda crítica política al sazonado comentario gastronómico, este libro no podía quedarse sin algunas notas en las que terminan en sancocho los quehaceres culinarios y los personajes de la política criolla, a varios de los cuales pasa por la tabla de picar. Dentro de este recetario se incluye, como no, una columna publicada en 1994, en la que Posada rogaba a Jacquin de Samper darle un revolcón a la cocina de palacio, para lo cual le sugiere la asesoría de experto gastrónomo Lácides Moreno. Llama la atención dentro de este recuento de notas gastronómicas publicadas por Posada, una en la que se desarrolla lo que llama 'sentido de la autocrítica estomacal', para denunciar la pobreza de uno de los platos insignes de la incipiente culinaria culinaria nacional: el ajiaco. Sin embargo, el sino trágico de un periodista tragón como Posada esta en las mucha consultas con su dietista. 'Los gastrónomos estamos no entre la espada y la pared, sino entre el tenedor y la báscula'. Por eso el autor deja claro en uno de los apartes de este libro que renuncia a las dietas por considerarlas insufribles, irresistibles e insoportables. Y así termina aceptando felizmente su condición: ' Confieso que he vivido, y bebido, seguiré gordito y de buen genio, y no en dietas que le hacen un 'flaco servicio' a mi carácter sereno'.

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Temas

Bogotá

Ciudad

978-958-8160-52-8

ISBN Impreso

288

Páginas

14x21 cm

Tamaño

Tapa blanda o bolsillo

Encuadernación

$34,000cop

PVP

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